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Si algo hay de verdad en las fotografías de Audrey Tabary es que no las roba. Nunca roba una foto y, la verdad, en los tiempos que corren es de agradecer.
Para Audrey Tabary la fotografía es un diálogo con el sujeto fotografiado. Cuando fotografía no para de hablar y es en ese torrente de palabras donde reside la trampa.
Consigue que el sujeto fotografiado se olvide que entre él y el fotógrafo está ese terrible aparato con un ojo de cristal que le apunta como si de un atraco se tratara.
Dicen que todavía hay tribus en África que no se dejan fotografiar porque están convencidas de que se les roba el alma. Creo que tienen razón. Audrey Tabary roba el alma de las personas. Les convence de que la máquina de fotografiar no está ahí. Entonces, tiene lugar el milagro, el sujeto se presta a un ejercicio muy difícil de realizar en condiciones normales: olvidarse de su propia importancia y sencillamente ser.
Para Audrey Tabary fotografiar tiene que ser una actividad lúdica y sobre todo para el fotografiado. Sino, no le interesa.
Las fotografías de Audrey Tabary son pura complicidad. No son sujetos congelados, son sujetos que deciden ser actores de su propio retrato.
Hay mucho de teatralidad en todas ellas. Teatralidad entendida como ese espacio de la vida en el que, olvidándose de la rigidez de la rutina de lo cotidiano, uno puede mostrarse tal y como quisiera o … de otra manera.
Sí, Audrey Tabary roba, justo en el momento en el que se oye el clic del obturador, roba todo lo que impide que los personajes que fotografía sean ellos mismos. Genuinos.
José Buendía

 

Expositions / Publication

EDICIONES

2018 - Edición monográfica

Fotografìa Vivas - Textes en Espagnol De José Buen Dìa - presentado en la Librería La Central Barcelona 2018

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